Vivimos en una sociedad en la que se da mucha importancia a las apariencias, al materialismo. Estamos juzgando a las personas por lo que tienen y por lo que hacen, en vez de juzgarlos por lo que realmente son. Pero las apariencias engañan. Entonces, vivimos en una sociedad totalmente engañosa, en la que ser una persona auténtica es todo un acto revolucionario.
Por eso, mientras seamos capaces de conocernos a nosotros mismos, las opiniones que tienen los demás sobre nosotros no deberían importarnos demasiado. Total, esas opiniones, el “qué dirán”, no nos van a dar de comer. La felicidad que buscamos no se encuentra en los demás, en el exterior, sino que se encuentra en nosotros mismos, en nuestro interior.
Pero ojo, no se puede caer en la trampa de pensar que podemos hacer lo que nos dé la gana. Hay que tratar de ser inteligentes, responsables y saber ponerse en el lugar de los demás, porque todas nuestras acciones tendrán consecuencias. A veces acertaremos y otras fallaremos, lo que nos servirá de aprendizaje, pero siempre tratando de ser nosotros mismos.
Lo que está en juego es nuestra libertad para descubrir quiénes somos verdaderamente.
“Las verdaderas batallas se libran en nuestro interior” (Sócrates).
No hay comentarios:
Publicar un comentario