Conviene señalar desde el principio que el consumo de alcohol no se debería identificar necesariamente como un problema.
El alcohol es una droga legal y cotidiana, perfectamente insertada en el día a día de nuestra sociedad. Pero, para muchos jóvenes, sobretodo adolescentes, el alcohol está asociado con la independencia, con la libertad. El hecho de beber alcohol es un símbolo de rebeldía y lo asumen como un proceso con el cual afirmar su propia identidad. Además, este papel que los jóvenes otorgan al alcohol se ve reforzado positivamente porque lo consumen habitualmente en relación con sus iguales, con sus colegas, contribuyendo así a la sensación de compañerismo y “colegueo”.
El alcohol se puede consumir simplemente para disfrutar de la bebida (tomar una birra en la cena, …) o para buscar la intoxicación, casi siempre con bebidas de alta graduación. Cuando se busca la intoxicación (emborracharse) se producen varios efectos fisiológicos y psicológicos: cambios cognitivos y conductuales.
Entre los cambios cognitivos, su principal efecto sobre el cerebro es que reduce la actividad normal, pero se consume sobretodo porque provoca una serie de cambios conductuales, entre los que destacan su efecto desinhibidor (haces cosas peligrosas, reduce la sensación de dolor, …), su capacidad para reducir la tensión y aumentar la sensación de bienestar y felicidad (hacer el tonto, echarte unas risas, …), y facilitar la interacción social (perder la vergüenza a la hora de establecer una conversación, ligar, …).
Lo más normal es que el consumidor busque alguno de estos efectos a la hora de beber alcohol, sobretodo entre los jóvenes. Como es lógico, es consumido porque produce algún efecto considerado satisfactorio por el sujeto, es decir, se toma con el fin único de sentirse mejor. De hecho, tomar ciertas sustancias con el fin de sentirse mejor es una conducta bastante habitual en la mayoría de los seres humanos en cualquier tiempo y lugar; es el consumo abusivo el que suele tener consecuencias negativas de todo tipo.
Cabe destacar que el alcohol es la droga más consumida durante la adolescencia y como tal debe de prevenirse o cuando menos controlarse su consumo, ya que puede convertirse en una conducta de riesgo durante esa etapa de la vida, y además, puede y suele estar en el origen de muchas otras conductas de riesgo (delincuencia, alcoholismo, consumo de otras drogas, …).
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